¡Se acabaron las clases y comienza el verano!
Ya es verano otra vez. Para quienes enseñamos en instituciones, este suele ser el momento de dejar de lado esas responsabilidades y centrarnos en la composición, que, durante el año académico, suele quedar relegada a un segundo plano, ya que las obligaciones con nuestros estudiantes y escuelas adquieren prioridad.
Para quienes enseñamos en estudios privados, equilibrar las exigencias de escribir y enseñar música es un desafío constante. Yo me encuentro en este último grupo, pero este verano estoy adoptando un enfoque diferente, similar al de mis colegas asalariados. Celebrando mi primer año viviendo en España, estoy dedicando los primeros meses del verano a completar mis encargos de composición. Reanudaré la docencia en agosto y espero volver a conectarme con mis estudiantes actuales y dar la bienvenida a los nuevos.
Durante mis vacaciones, no sólo voy a subir el volumen de la composición, sino que también tengo pensado tomarme el tiempo para reflexionar sobre los muchos temas y debates que mis publicaciones en el blog han fomentado durante el año pasado. Muchos de ustedes han participado en la discusión en línea sobre los temas, y muchos más han compartido sus pensamientos conmigo en privado. Desde encontrar formas de alentar la interpretación de nueva música por parte de los estudiantes hasta crear oportunidades para que todos los compositores escriban para jóvenes intérpretes y considerar cómo ayudar a los educadores a encontrar su camino hacia nosotros, se han planteado muchas preguntas penetrantes. ¿Cómo colaboramos con colegas de otros campos? ¿Cómo nos deshacemos del estigma de escribir para no profesionales? ¿Cómo abordamos el trato aún preferencial que reciben los compositores con títulos universitarios en comparación con los compositores que escriben en ciertos géneros? Quizás lo más importante, ¿cómo creamos los medios para abordar estos problemas?
Se han ofrecido muchas sugerencias y soluciones, desde el uso de métodos de base hasta el trabajo con las infraestructuras ya creadas de nuestras comunidades. Mientras aprovecho mi descanso para reflexionar sobre todo esto, mi pregunta candente es: ¿de qué manera esta conversación en línea ha marcado una diferencia? ¿En qué cuestiones, si las hay, hemos actuado alguno de nosotros en respuesta a leer sobre ellas aquí? ¿Nuestras palabras han fomentado un cambio real? ¿O simplemente ha funcionado como una caja de resonancia, un lugar para que nos reunamos y compartamos nuestras ideas?
¡Nos vemos pronto!